lunes, 22 de marzo de 2010

DIA MUNDIAL DEL AGUA.

Agua limpia para un mundo sano
Enrique Cabrera


Hoy, como todos los 22 de marzo desde que Naciones Unidas lo instaurase en 1992, se celebra el día mundial del agua. Creado tanto para concienciar a la sociedad de la importancia de preservar la calidad del agua, como para exhortar a los gobiernos a adoptar las medidas necesarias que la garanticen, cada año lo preside un lema. El de 2010, agua limpia para un mundo sano, recapitula los objetivos de su carta fundacional pues no en vano, sólo con agua de calidad el hombre puede alcanzar su bienestar y los ecosistemas perdurar en el tiempo. No soplan buenos vientos al respecto. Una reciente comunicación de la Comisión Europea admite, y sus ministros del ambiente lo acaban de certificar, haber fracasado en su intento por detener en el 2010 la pérdida de biodiversidad. Las cifras son como para echarse a llorar. El 60 % de los ecosistemas está degradado y las pérdidas son muy superiores (entre 100 y 1000 veces) a lo normal. Y por si no bastase, se sabe que más de un tercio de las especies evaluadas están al borde de la extinción. Derechos de cuantos habitan el planeta aparte, la pérdida de biodiversidad supone un coste económico, hasta ahora subestimado, de 50000 millones de euros al año. Es, pues, una gran tragedia. No le va mucho mejor a la especie humana. Según el último informe de la Organización Mundial de la Salud hay un notable retraso en el cumplimiento de algunas de las metas del milenio ligadas al agua. En particular las referidas al saneamiento. Cuando el objetivo para el 2015 era que sólo el 23% de la población mundial careciese de tan básico servicio, en esa fecha el 36% de quienes moran el planeta (2700 millones) no lo tendrán. Por fortuna el acceso al agua potable va algo mejor de lo previsto. Sólo 672 millones (el 9%) no dispondrán de ella, aunque muchos más, 3500 millones (el 47 %) no tendrán ese acceso fácil, es decir, con un grifo en su casa. Y nadie puede ignorar que por carecer de estos servicios al día mueren 4.000 niños, cifra irrelevante en términos relativos, pero desgarradora en valor absoluto. Pero también en el mundo desarrollado es oportuno el mensaje de hoy. Con demasiada frecuencia problemas de calidad de agua no sólo amenazan la biodiversidad sino que nos obligan a beberla embotellada (con sus sobrecostes económicos y ambientales asociados) o, en su defecto, a hervirla. Conviene recordar que en las últimas décadas las prácticas agrícolas y los vertidos urbanos e industriales han contaminado muchos acuíferos y ríos. Los más han perdido la frescura de antaño. Así pues, aunque admita lecturas distintas, el lema de hoy tiene validez universal. Tan es así que en España, aunque nuestros políticos estén en lo que están, el mayor problema del agua es recuperar el buen estado ecológico de las masas de agua, objetivo al que la Directiva Marco del Agua puso fecha, el 2015. Con todo, el actual ritmo de avance propiciará otra reunión similar a la recientemente habida. En ella los ministros europeos del ramo admitirán un nuevo fracaso ambiental. Vaya, lo habitual en apuestas que, con resultados sólo visibles en el medio–largo plazo, exigen el sacrificio de los ciudadanos. Por su complejidad, su solución exige alejarlos de la arena política con Pactos de Estado hoy reclamados desde ámbitos distintos. No en vano en tiempos turbulentos la dificultad de los problemas crece. Pero los políticos no están por la labor. Y es que el partido que defiende el discurso asumido por la mayoría (poco importa si es el más conveniente) no quiere perder su ventaja. Y claro, así nos va.Mantener nuestras aguas limpias tiene un coste importante hoy no asumido. El uso degrada el agua y devolverle su calidad inicial requiere infraestructuras que hay que mantener y renovar. Hasta ahora se han financiado con dinero de Bruselas, lo que explica que aquí la depuración sea mucho más barata que en los países del norte de Europa. Hasta cinco veces menor cuando la tarifa no incluye la renovación (0.50 €/m3 en España por 2.50 €/m3 en Alemania). Con los fondos europeos llegando a su fin y con las administraciones endeudadas hasta las cejas, para mantener limpias las aguas habrá que rascarse, y no poco, el bolsillo. Una solución tan impopular como efectiva. Y aunque lo dicho invite a pensar que a perro flaco todo son pulgas, habrá que convenir que esas pulgas no han nacido por generación espontánea. Antes bien son la consecuencia natural de haber vivido, alejados de la senda de la sostenibilidad, muy por encima de nuestras posibilidades. Y el mundo del agua no es la excepción. De ahí la oportunidad del mensaje que hoy Naciones Unidas hace resonar por todo el orbe. Estas líneas sólo pretenden que se oiga un poco mejor en nuestra Comunidad.

Catedrático de Mecánica de Fluidos de la Universidad Politécnica.

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