El abastecimiento de agua potable de la humanidad y la biodiversidad corren riesgo si no se aplican medidas de prevención.
Sus autores, un equipo de varios investigadores estadounidenses, afirman ser los primeros en crear un mapa que cuantifica y relaciona los principales problemas que afectan al abastecimiento de agua y la pérdida de biodiversidad acuática en el mundo: 23 indicadores de problemas como la escasez de agua, el estrés hídrico, la escorrentía agrícola, la contaminación o las especies invasoras.
El trabajo deja en evidencia que los sistemas construidos en los países desarrollados, como embalses, presas, canales o redes de distribución son agua para hoy y sed para mañana, además de una fuente de desequilibrios entre los países ricos y pobres.
El mapa deja en evidencia un modelo insostenible de gestionar el agua, según sus autores. Las infraestructuras benefician a una pequeña parte de la población mundial, pero aunque todos los países se podrían permitir el lujo de construir estos sistemas, no sería una buena solución. La sobreexplotación del agua aumentaría y la biodiversidad sufriría mayores daños.
El cambio climático, un serio peligro para los ríos
El artículo de 'Nature' prevé que el problema podría agudizarse en los próximos años, cuando factores como el cambio climático o el aumento de la población aumenten la presión sobre los ríos.
Y no es el único estudio en subrayar este inminente hecho. Un artículo publicado en la revista 'Frontiers in Ecology and The Environment' alertaba en 2007 de los efectos del cambio climático en los ríos del planeta. Sus autores, un grupo internacional de científicos, señalaban que las modificaciones efectuadas en los caudales de los ríos han reducido su capacidad para adaptarse al calentamiento global.
El estudio estima que unos mil millones de personas se verán afectadas al vivir cerca de cuencas de ríos amenazados. Si no se toman medidas, las inundaciones o la escasez de agua serán dos fenómenos que podrán generarse de manera más frecuente.
La organización conservacionista WWF publicaba también en 2007 un informe que afirmaba que los principales ríos del mundo "agonizan" por culpa del cambio climático, la contaminación y las presas. Por ello, el riesgo de escasez de agua en el mundo es cada vez mayor. El listado de los diez grandes ríos que "se mueren" incluía cinco asiáticos (Yangtzé, Mekong, Salween, Ganges e Indo), uno europeo (Danubio), dos americanos (el río de La Plata y el río Bravo o río Grande), uno africano (el Nilo-Lago Victoria) y otro australiano (el Murria-Darling).
Ríos amenazados en España
Los ríos españoles también están en una situación delicada. WWF asegura que al menos una tercera parte de los ríos, arroyos y ramblas están muy degradados, tanto en su estructura como en su calidad del agua. Por ello, el 54% de los peces continentales y el 29% de las aves ribereñas están amenazados. A pesar de ello, recuerdan, sólo el 2% de los espacios ribereños están protegidos.
El Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM) reconoce que el aumento de la demanda de agua, las obras de acondicionamiento de los cauces y la edificación, así como los cultivos llevados hasta la orilla, han supuesto que los ecosistemas fluviales sean uno de los medios naturales más afectados. En cuanto a los más degradados, el MARM no precisa cuencas concretas, pero asume que los ríos del norte son los más afectados por la contaminación. En el sur, el principal problema sería un exceso de regulación que provoca que el mar reciba una escasa cantidad de agua.
Para combatir estos impactos, los responsables institucionales han aprobado, a través del Programa A.G.U.A., la Estrategia Nacional de Restauración de Ríos. El programa se propone restaurar y conservar, con la meta en 2015, la calidad ambiental de los ríos.
Medidas para evitar una catástrofe
Los expertos reclaman varias medidas para combatir las amenazas de los ríos:
Aumentar las inversiones institucionales en estrategias de gestión del agua que combinen infraestructuras con opciones naturales como cuencas, pantanos y terrenos inundables.
Promover las acciones preventivas, mucho más económicas y efectivas que las de recuperación, como la gestión de aguas pluviales y sedimentos, la reconfiguración de canales, la eliminación de presas y la atención a las riberas.
Poner en marcha una gestión integrada del recurso del agua, que equilibra las necesidades de los humanos y de la naturaleza. De esta manera, se podría asegurar el acceso al agua potable para los seres humanos y conservar la biodiversidad.
DERRAME TÓXICO EN HUNGRÍA, ¿PODRÍA PASAR EN ESPAÑA?
Ambos países tienen todavía balsas de residuos mineros peligrosos que podrían escapar en cualquier momento.
En España y Hungría ya ocurrió y podría pasar de nuevo
España sabe qué es sufrir un vertido tóxico minero de gran magnitud. El 25 de abril de 1998, la mina de pirita de Aznalcóllar, explotada por la empresa sueco-canadiense Boliden Apirsa, ocasionaba una de las peores catástrofes ambientales de su historia. El muro de contención de la balsa de almacenamiento de residuos peligrosos se rompía y causaba una riada de seis millones de metros cúbicos de aguas ácidas y lodos tóxicos con metales pesados concentrados. El vertido afectó al río Guadiamar y llegó hasta los aledaños del Espacio Natural de Doñana. Varias toneladas de peces murieron y la zona afectada quedó contaminada durante años.
En Hungría tampoco es la primera vez que ocurre, como recuerda Miguel Ferrer, profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y director de la Estación Biológica de Doñana cuando ocurrió el desastre de Aznalcóllar. Según este experto, el Danubio ya sufrió un vertido de metales pesados y cianuro cuyas consecuencias no se evaluaron bien. La organización conservacionista WWF añade que en este país hay otras dos instalaciones que acumulan unos 50 millones de metros cúbicos de residuos de similares características.
WWF ha recordado que tras el vertido de Aznalcóllar localizaron 743 balsas de residuos
España podría volver a sufrir uno de estos vertidos tóxicos. WWF ha recordado que tras el vertido de Aznalcóllar localizaron 743 balsas de residuos. En la actualidad, apenas han detectado mejoras en este tipo de instalaciones y quedan aún muchas balsas abandonadas sin restaurar.
Ferrer también señala que todavía hay balsas de residuos peligrosos en España, una "bomba de relojería" cerca de pueblos que en cualquier momento podrían dar un susto. El investigador del CSIC explica que las actividades mineras deben contar con un plan de emergencia para limitar daños en caso de vertido accidental, pero las balsas antiguas sin actividad no tienen esos planes. Y tampoco se ha avanzado en los nuevos procedimientos para inertizar (volver no peligrosos) los residuos.
Ecologistas en Acción ha advertido del peligro concreto de la balsa de residuos tóxicos de Mina de las Cruces (Sevilla). Según los responsables de esta organización, la inestabilidad del material con que está construida y las condiciones de sol y humedad de la zona podrían favorecer un vertido en cualquier momento.
Greenpeace es de la misma opinión. Además de la Mina de las Cruces, apunta como explotaciones en grave riesgo a Cerro Colorado y Aguzaderas, en la comarca de Río Tinto, Aguas Blancas en Badajoz o algunas de las balsas de estériles de la industria minera del oro en Asturias. Los responsables de esta ONG aseguran que en España más de una decena de balsas mineras superan el millón de metros cúbicos, la cantidad que se estima vertida en Hungría.
El Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM) ha reconocido que en España hay algunas balsas "similares" a la húngara, pero ha asegurado que no son iguales ni en tamaño, ni tienen los mismos materiales o las características de la húngara.
Consecuencias para la salud y el medio ambiente
Las autoridades ambientales de Hungría ya la consideran la catástrofe química más grave de su historia. El vertido de la refinería Hungarian Aluminium Production and Trade Company (MAL) en Ajka, al oeste del país, ha dejado durante los primeros días un balance de varios muertos y cientos de heridos. Los expertos señalan que sus consecuencias tóxicas podrían aumentar estas cifras en los próximos días y meses. Por suerte, el escape de Aznalcóllar ocurrió de madrugada y no causó víctimas.
El vertido de Ajka provocará la esterilización de la zona afectada
La balsa de la refinería de Ajka contenía las impurezas eliminadas de la bauxita para extraer aluminio, unos lodos rojos con diversos minerales tóxicos, incluidas trazas de materiales radiactivos. No obstante, el mayor peligro de este escape proviene de su alcalinidad. El aluminio se elabora con sosa cáustica para obtener un compuesto soluble y separarlo de los demás componentes. Su índice de acidez (pH) es de 14, el más corrosivo. En Aznalcóllar, el pH del vertido era de 5. Ahora bien, en la mina sevillana se escaparon seis veces más cantidad de vertidos que en la húngara.
La sosa cáustica es corrosiva ya sólo por inhalación y, por supuesto, en contacto con ojos y piel. Los efectos nocivos son diversos: dificultad respiratoria, quemaduras graves, vómitos, diarreas y, en función de la zona afectada, puede provocar la muerte.
Las consecuencias del vertido húngaro son evidentes. Ajka, una población de unos 30.000 habitantes, se encuentra a 165 kilómetros al oeste de la capital, Budapest, y cerca de un lago, el Balatón. El vertido ha afectado a varios condados limítrofes y ha provocado, además de los muertos y heridos, la evacuación de cientos de personas.
El torrente de barro rojo ha arrastrado coches, destruido carreteras y puentes y ha llegado a varios ríos, entre ellos el famoso Danubio, de cuyas aguas dependen unos 20 millones de personas. Según Ferrer, si no se sellan los pozos hasta determinar el nivel de peligro, el agua de consumo humano podría contaminarse.
En cuanto a su impacto ambiental, el vertido provocará la esterilización de la zona afectada. Muchos de los componentes podrían depositarse en el fondo de los cauces contaminados, que tarde o temprano generarán su nocivo efecto a pesar de no estar a la vista. En función del tipo de residuos que queden, se registrarán diversas consecuencias de tipo tóxico, mutagénico y cancerígeno. Las tierras de cultivo no se podrán utilizar hasta que se retire el vertido y el suelo afectado. De lo contrario, tardarán varias decenas de años en recuperarse.
Cómo combatir y evitar derrames de balsas tóxicas
La limpieza de Aznalcóllar costó 200 millones, que han tenido que pagar los ciudadanos
A pesar de las diferencias entre los accidentes de Aznalcóllar y Ajka, Miguel Ferrer considera que se parecen en muchos aspectos. A los diez años del accidente de la mina sevillana, el CSIC publicó un informe que confirmaba el éxito de las labores de limpieza: apenas quedaban restos del desastre y los peces y aves habían vuelto a la zona, si bien no había la misma biodiversidad que antes.
Por ello, la labor realizada en la mina sevillana podría servir de modelo para reducir los efectos del problema en Hungría. En primer lugar, para evitar males mayores a la población, se deberían cerrar los pozos de agua, eliminar los alimentos contaminados y desalojar la zona afectada. Además de neutralizar la acidez del vertido con yeso, se deberían construir diques para contener el vertido. Las autoridades deberían ofrecer a la población afectada información basada en datos científicos independientes. También se deberían utilizar sistemas para inertizar los residuos, pero según Ferrer no se emplean en la actualidad porque son muy caros.
A partir del desastre de Aznalcóllar, España asumió tres normativas concretas: la Ley de Responsabilidad Ambiental, el Real Decreto en materia de residuos de industrias mineras extractivas y la Ley de prevención y control integrado de la contaminación. Por su parte, la Unión Europea revisó en el año 2000 su legislación en materia de gestión de residuos de minas.
En cualquier caso, la prevención es siempre mucho más barata y efectiva que los intentos de recuperación tras una catástrofe ambiental como la de estos vertidos químicos. Una balsa llena de grandes residuos tóxicos siempre tiende a escapar y, por ello, la vigilancia y los planes de emergencia son esenciales.
FUENTE: EROSKI CONSUMER
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